martes, mayo 01, 2007

CÁNCER Y REEDUCACIÓN SEXUAL

"Tras un cáncer es necesario reeducar la relación sexual"

LUIS PARDO

Cuando Mati Segura empezó a investigar sobre la sexualidad del paciente oncológico lo primero que le llamó la atención fue que, por norma, se justificara la pérdida de deseo por ser el cáncer un problema de salud grave. «Otras enfermedades amenazan la vida y no tienen ese efecto sobre las relaciones íntimas», afirma esta sexóloga que desde hace tres años colabora con la Fundación Oncolliga y actualmente prepara su tesis doctoral sobre este asunto tan poco estudiado. El impacto emocional que supone un diagnóstico de cáncer o las secuelas de su tratamiento suelen relegar a un segundo plano la vida sexual del paciente y de su pareja porque las prioridades son otras. Superados los momentos más difíciles, algunos enfermos necesitan la ayuda de un profesional para recuperar esa faceta vital. «El oncólogo empieza ahora a derivar pacientes al sexólogo. Su llegada a la consulta es una buena noticia porque significa que ya no piensa sólo en la enfermedad».

Pregunta.- Deseo, excitación, capacidad para alcanzar el orgasmo,... ¿Qué parte del proceso queda más dañada por el cáncer?

Respuesta.- Se interviene sobre todo para corregir la falta de deseo; para otras limitaciones, los propios pacientes conocen la existencia de fármacos orales, lubricantes, etcétera. Las disfunciones más obvias se producen en tumores de próstata o de ovario que requieren extirpar estos órganos.

P.- ¿Y en el de mama?

R.- Es el que más consultas motiva y requiere una intervención a nivel emocional. Durante un tiempo la pareja deja de serlo para ser cuidador y la relación pasa por un periodo de estrés brutal. Surge el miedo a un acercamiento que puede ser mal interpretado. Uno teme acercarse y ser rechazado; el otro, se siente abandonado. Al final, hay una carga emocional que no se ha puesto sobre la mesa, heridas abiertas que pueden afectar a la sexualidad. Muchos las solucionan sin ayudas, pero en otros casos hay que reeducar a la pareja porque puede ser un problema de comunicación más que un trastorno sexual.

P.- ¿Debe considerarse algo lógico que los pacientes experimenten una pérdida de interés por el sexo?

R.- Es que no hay pérdida de interés por el sexo, sino una pérdida de interés por todo en general. Luego, el sexo es unas de las cosas que el paciente tiende a recuperar cuando la enfermedad, o al menos su intensidad, ha remitido.

P.- ¿Hay casos extremos de aversión a la intimidad?

R.- Sí, pero son los menos. Hay que distinguir un deseo sexual inhibido de una aversión al sexo. En el primer caso, te comentan que les apetece pero que luego les cuesta o que la respuesta no es la imaginada.

P.- ¿Y cuesta corregir esa inhibición del deseo?

R.- Depende. Los resultados son buenos cuando se trabajan los problemas de comunicación asociados al miedo o al estrés, si las dos partes de la pareja colaboran y además eran capaces de solucionar conflictos de este tipo antes de la enfermedad.

P.- ¿Hay riesgo de separación de la pareja por este motivo?

R.- Puede llegar a ser causa de ruptura y hay estudios que muestran mayor incidencia de separación. De lo que veo en la consulta puedo decir que las parejas más jóvenes manifiestan más capacidad de entendimiento y de búsqueda de soluciones. Quizá porque tienen más energía o porque hay menos rutina en la relación. Los mayores se separan menos pero les cuesta más comunicarse.

P.- ¿Suelen acudir juntos a la consulta o por separado?

R.- De las dos maneras, pero lo ideal es que vengan juntos. En la primera cita no es malo que acuda el enfermo sólo y aproveche para decir cosas que necesita compartir. En ocasiones, se viene sin pareja por pudor. El perfil es una mujer con cáncer de mama, de entre 40 y 50 años, que ya ha superado la parte más dura de la enfermedad. Cuando consulta el varón es porque la esposa le ha animado previamente. Entre ellos es más común tirar antes la toalla porque perciben el problema de una forma más elemental: quieren saber si su erección tiene o no solución y su paciencia para obtener resultados es menor.

P.- A veces el tratamiento conlleva perder peso, caída del pelo o extirpar la mama. ¿Qué impacto tiene el cambio de imagen?

R.- Hay pacientes que son sexualmente activos durante la quimioterapia, pero al sexólogo suelen ir cuando esos problemas de imagen han quedado atrás.

P.- ¿Le piden consejo sobre si someterse o no a una reconstrucción del pecho?

R.- Consultan mucho este aspecto y es muy delicado porque cada paciente es distinta. Hay reconstrucciones que van muy bien y otras que no. Es imprescindible individualizar el consejo y pedirle a la mujer que se informe exhaustivamente a nivel médico, emocional y psicológico. Ahora hay reconstrucciones impecables en las que se tatúa el pezón y que se realizan en la misma intervención que extirpa la mama.

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