Los niños se adaptan bien cuando se les involucra en el proceso y se les informa
PATRICIA MATEY
MADRID.- Cuando un niño se entera de que su padre o su madre tienen cáncer por otra persona, la confianza depositada en ellos se fractura. Si la noticia no se le comunica adecuadamente, puede sentir que todo ha pasado por su culpa; si percibe que le están ocultando algo, el miedo aumentará y temerá lo peor.
"La forma en la que un niño reacciona ante un diagnóstico oncológico dependerá de cómo su familia esté manejando la situación y cómo le transmitan la noticia", determina la Sociedad Americana de Oncología (ACS, en inglés).
Rosa García, psicooncóloga de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en la Unidad de Hematología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, reconoce que "los padres están solicitando consejo sobre cómo informar a sus hijos de que tienen cáncer. Siempre les digo que los niños son bajitos pero tienen oídos, ojos... Hay que contarles la verdad, porque si no su fantasía vuela y acaban creyendo historias muy alejadas de la realidad".
A la franqueza hay que sumar la cercanía. "Algunos progenitores deciden dejar a sus hijos con familiares mientras dura el tratamiento para que estén mejor atendidos y no sufran. Pero padecen y, además, en la distancia", agrega.
El momento idóneo para comunicar a los más pequeños de la casa la noticia es "desde que se obtiene el diagnóstico. Es cierto que durante las pruebas que conducen al dictamen final, los niños pueden percibir que está sucediendo algo anormal.
No obstante, la reacción del menor dependerá también de su experiencia con las enfermedades. Así, por ejemplo, si desafortunadamente el pequeño ha vivido de cerca varios casos de fallecimiento por patología oncológica, pensará que la situación puede resolverse negativamente. A no ser que sus padres le expliquen que existen más de 100 tipos distintos de cáncer y que las terapias y lo que puede suceder en un futuro varían de uno a otro.
A cada edad un mensaje
La forma de transmitir la información cambiará en función de la edad de cada hijo. Por ejemplo, según la AECC aunque un bebé de menos de dos años no requiere explicaciones sobre la enfermedad y su trascendencia, sí va a necesitar saber que "su madre está malita.
El mensaje difiere según el pequeño va creciendo. Así entre los dos y los seis años perciben que "algo malo está sucediendo en casa".
Cuanto más mayores sean los vástagos, más explicaciones detalladas deden compartir los padres con ellos. Y siempre hay que responder a sus dudas. Es importante también que las emociones no se oculten. Hay que explicarles que no pasa nada por llorar en momentos determinados y que este hecho no significa que las cosas hayan empeorado.
Si la comunicación no falla, si se implica al pequeño en el proceso, los "niños se adaptarán bien a la enfermedad de los padres. Afortunadamente, el nuevo papel que tiene el paciente, más informado y más involucrado en su terapia, está favoreciendo que todos los días la consulta de psicooncología reciba a algún padre o madre que quiere saber cómo ayudar a sus hijos y cómo debe comunicarse con ellos", puntualiza la especialista de la AECC