viernes, diciembre 18, 2020

EL ESPÍRITU DE LAS NAVIDADES PASADAS


Esta época me traslada a las navidades pasadas, a mi infancia, cuantos recuerdos, cuantas risas contagiosas y cuanta esperanza.

Era una pequeñita de 5 años, que sigilosamente llegó hasta la sala de su casa, se sentó en frente del arbolito de navidad y en silencio se quedó extasiada por cada una de las lucecitas multicolores que se prendían y apagan una y otra vez….

Mis ojitos recorrían cada lucero, los preferidos eran los pajaritos de colores que mi abuelita colgaba del árbol cada navidad, como olvidar el olor a conserva de papaya en panela que impregnaba la casa, todo estaba preparado para celebrar la navidad….

Ese es el primer recuerdo que tengo de la navidad

Busco en mis recuerdos y tenía 7 años, el 16 de diciembre primer día de novena, dejé mi carta para el niño DIOS en el árbol de navidad y el 24 de diciembre me acosté muy temprano con la esperanza de poder ver a las 12 pm al niño DIOS cuando trajera mis regalos, aquella navidad la carta fue interminable, con dibujos le recalque al niño DIOS que me había portado muy bien y que yo esperaba que no se le olvidara nada de mi lista de encargos.

A las 12 de la noche sonaron las campanas de la iglesia y los besos de mi madre me despertaron, “el niño DIOS te dejó unos regalitos”, allí estaban todos, no faltó ninguno, pero mi preferida sin lugar a duda fue una muñeca de cabello largo, que se convirtió en mi compañera de juegos durante muchos, muchos años.

Pasó el tiempo y tenía 10 años, estaba parada en la puerta de la casa de mi abuelita Toña, estaba atenta esperándolos a todos, el tío, las tías y los primos, poco a poco fueron llegando los carros y yo avisé emocionada : ya llegaron!!, se bajan las maletas y la casa se llena de risas, besos y abrazos, han llegado para celebrar la navidad.

Al llegar la noche, la novena nos une una vez más en torno al pesebre, recordándonos lo verdaderamente importante, el amor familiar, fueron muchas pero muchas las navidades que disfruté en mi infancia, armando el árbol, haciendo mi primer pesebre y volviéndolo una tradición…

Cuando me fui de casa y empecé a trabajar como enfermera, pagué todos pero todos los turnos de navidad para volver a casa, con mi madre, mi abuelita y mi familia, solo quería recibir los abrazos, los besos y desearles una feliz navidad.

Han pasado los años, yo sigo decorando el árbol con los pájaros preferidos de mi abuelita y cada año un pesebre nuevo se suma a los ya existentes, la vida ha cambiado para todos y aunque algunos miembros de nuestra familia ya no están, seguimos reuniéndonos para cada navidad.

Este año una pandemia ha hecho que todo sea diferente, pero el amor no ha cambiado, nos fortalece como familia y hace que nos cuidemos unos a otros, seguramente nos veremos a través de las pantallas del celular, del computador, pero sin duda habrá algo que este virus no nos quitará y será el espíritu de la navidad.

Les deseo, que parte de ese niño que llevamos todos dentro, vuelva la noche de navidad para abrir los regalos de la esperanza, el amor y la bondad.

Nury Esperanza Villalba Suárez.

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