sábado, septiembre 30, 2006

UN ACOMPAÑAMIENTO A MEDIDA

Las personas interesadas en el texto completo pueden solicitarlo al correo de la fundación funesperanzaviva@yahoo.es
UN ACOMPAÑAMIENTO A MEDIDA : PERFIL DE UNA ÉTICA ENCARNADA Y ENTRAÑABLE
Natàlia Plá Vidal, Doctora en Filosofía. Universitas Albertiana

Ofreceré algunos rasgos del tipo de ética que se adecua al acompañamiento de los niños enfermos y que, a mi juicio, puede ser tenida en cuenta no sólo por los profesionales de la educación sino por cualquier persona cercana a este tipo de enfermo e, incluso, a otros enfermos no necesariamente infantiles. Todo ello manteniendo como eje transversal la experiencia de sufrimiento que atraviesa la vida de los destinatarios de su tarea profesional.

¿Por qué hablar de un acompañamiento a medida?

En honor a la verdad, deberíamos afirmar sin ambages que, de hecho, cualquier acompañamiento a una persona en un proceso vital, debería ser realizado a medida. Porque, aunque es cierto que los seres humanos nos asemejamos mucho unos a otros, la conjunción de una persona concreta, viviendo una experiencia concreta, en un momento concreto y con otra persona concreta acompañándole desde su carácter y circunstancias también concretas, resultan una suma de «concreciones» que, necesariamente, dibujan una realidad muy particular. Eso hace que deban ser tenidos en cuenta todos los elementos para poder decidir qué modo de acompañarle es el mejor.

En el caso de personas, y más concretamente de niños-adolescentes-jóvenes, con una vivencia de sufrimiento importante, en nuestro caso, generada por una enfermedad, es indispensable tener en cuenta uno por uno los procesos de asunción de la situación que están viviendo. Por mucho que podamos identificar las etapas por las que, presumiblemente, pasa toda persona en unas circunstancias similares, lo cierto es que el modo de vivirlo no es el mismo, ni lo son los tiempos necesarios para asumir y encauzar tal sufrimiento.

La huella del sufrimiento

De entre las diversas experiencias que cualquier ser humano puede vivir, la del sufrimiento es crucial. De un modo u otro, dicha experiencia siempre nos deja huella. A veces será una marca física; otras, psicológica; otras, emocional. Cuando hablo de huella o marca, no me refiero a algo necesariamente negativo, sino a algo que nos singulariza. Pienso que tanto las experiencias de sufrimiento como las de gozo verdadero dejan huella en la persona y la hacen ser quien es. Y se trata de una experiencia crucial en el itinerario vital de una persona, tanto si se trata de un sufrimiento directamente personal, como si se trata de un sufrimiento de tipo psicológico o emocional causado por el sufrimiento físico de alguien cercano.
Significativamente, se trata de una experiencia no buscada ni deseada pero que, aunque parezca paradójico, a menudo agradecemos cuando se ha encajado bien en nuestra persona. El sufrimiento nos hace experimentar algo que desconocíamos, redimensiona muchas de las cosas que hemos vivido. No es que el sufrimiento en sí sea bueno, sino que «es una experiencia que puede vivirse como algo positivo. El sufrimiento se ofrece como posibilidad.»
Escribe el poeta José Hierro
«Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.»
Si no se asume la experiencia de dolor cuando ésta se da, en realidad quizás no se conoce del todo lo que es la alegría ni la vida, puesto que ésta también incluye su parte de dolor; no se sabe exactamente quién se es, porque hay una dimensión del ser que no aflora. Desde el sufrimiento, que no es algo absoluto, cuando éste es bien encauzado, algunas cosas que pasaban desapercibidas son ahora valoradas, y, además, contribuyen a afinar el paladar, se aprende a saborear mejor la vida en sus múltiples aspectos. Como afirma Torralba, «el sufrimiento es maestro de virtudes. Y es maestro en un doble sentido: de una manera activa, por parte de quien padece un sufrimiento determinado, y de una manera pasiva, por parte de quien contempla el dolor del sufriente.» A través suyo se produce el descubrimiento de un nuevo mundo de valores humanos y éticos, de virtudes humanas. El sufrimiento genera un crecimiento.

1 comentario:

  1. Anónimo10:37 p.m.

    Solicité el texto completo al correo de la fundación , lo lei y lo recomiendo , es un punto de vista diferente a muchos que se conocen .

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