El pasado 15 de Septiembre se celebró el día de la concientización del Linfoma, a continuación compartimos información y nos adherimos a la campaña mundial, de crear conciencia sobre la enfermedad.
¿Qué son?
Los linfomas son un grupo de enfermedades producidas por la proliferación neoplásica de células de los tejidos linfoides. El tejido linfoide se encuentra fundamentalmente en los ganglios linfáticos, por lo que los linfomas se caracterizan generalmente por la presencia de ganglios linfáticos de tamaño aumentado.
Sin embargo, también hay células linfoides en otros muchos órganos, por lo que los linfomas pueden afectar al tubo digestivo, al bazo, al hígado, al pulmón, a la médula ósea, etc.
¿Cómo se clasifican los linfomas?
Clásicamente los linfomas se clasifican en dos grandes grupos, la enfermedad de Hodgkin que representa el 15-20 por ciento de los casos y los linfomas no hodgkinianos (LNH). A su vez, los linfomas no Hodgkin constituyen un grupo muy heterogéneo, dividiéndose actualmente en casi 30 variantes que dependen del tipo de célula linfoide implicada en la proliferación maligna.
Es tal la complejidad que durante años se ha estado discutiendo la mejor forma de clasificar los linfomas y aunque actualmente existe un alto grado de precisión y consenso en el diagnóstico de sus distintas variedades, es posible que no contemos aún con una clasificación definitiva.
¿Cuáles son los síntomas?, ¿cómo se diagnostican?
Por regla general los linfomas se presentan como ganglios linfáticos aumentados de tamaño, que cuando aparecen en zonas accesibles como el cuello, las axilas o la ingle se pueden palpar evidenciando su tamaño aumentado. Sin embargo, no todo ganglio aumentado de tamaño significa que haya un linfoma, hay muchas infecciones y otras enfermedades que provocan un aumento de ganglios linfáticos, por ello es importante acudir al especialista y en caso de duda realizar una biopsia.
En otras ocasiones los ganglios afectados están muy internos (abdomen, mediastino...) y pueden pasar desapercibidos por lo que el diagnóstico es más difícil y sólo se consigue cuando aparecen otros síntomas (fiebre, sudoración nocturna, cansancio, pérdida importante de peso, prurito...) que obligan a realizar estudios más exhaustivos:
•Inmunofenotipo, para averiguar si las células de linfoma no Hodgkin del paciente son células B o células T.
•Estudio de las proteínas de las células neoplásicas que pueden ser utilizadas como dianas para los tratamientos con anticuerpos monoclonales.
•Estudio de las alteraciones cromosómicas propias de cada linfoma o estudio citogenético, lo que posibilita una mejor identificación de la enfermedad y la determinación del pronóstico, datos que favorecen la elección del tratamiento más adecuado.
•Estudio de extensión. Se realiza gracias a la Tomografía Axial Computerizada (TAC), la Resonancia Nuclear Magnética, la Tomografía de Emisión de Positrones (PET), y gammagrafía.
•Aspirado y biopsia de médula ósea.
¿Cuál es el tratamiento?
•Actualmente la base del tratamiento de los linfomas son la quimioterapia y la radioterapia aunque están apareciendo otras modalidades terapéuticas prometedoras.
•En ocasiones es necesario recurrir al trasplante de progenitores hematopoyéticos o trasplante de médula.
•Uno de los tratamientos más innovadores es la aplicación de anticuerpos monoclonales. Son proteínas dirigidas contra otras proteínas de la superficie de las células tumorales (antígenos), por lo que suponen un tratamiento mucho más específico contra el tumor. El tratamiento se combina a menudo con la quimioterapia.
•Vacunas contra los linfomas. Son vacunas para ayudar a tratarlos linfomas (vacunas terapéuticas). Su objetivo es crear una reacción inmunológica en los pacientes cuya enfermedad está en sus primeras etapas o en pacientes cuya enfermedad está en remisión. Se encuentran en estudios clínicos para probar la eficacia en el linfoma folicular.
Es muy importante realizar un diagnóstico preciso y un buen estudio de extensión de la enfermedad, que nos permitan tener todos los datos necesarios para decidir el tratamiento más adecuado.
Tradicionalmente se ha dividido a los linfomas en agresivos o de alto grado de malignidad, cuando las células malignas crecen más rápidamente y linfomas indolentes o de bajo grado de malignidad cuando las células son de crecimiento más lento. Se han considerado los linfomas de alto grado como más graves y necesitan tratamientos más fuertes, pero potencialmente curables. En cambio los linfomas de bajo grado permiten una calidad de vida mejor durante años pero son muy difíciles de curar definitivamente.
Hoy en día esta clasificación es muy simplista y se tiende más a establecer un pronóstico diferenciado en cada caso teniendo en cuenta la variedad de linfoma, su extensión y las posibilidades terapéuticas en cada paciente concreto.
Los linfomas son unos de los tumores cuya incidencia va en aumento, sobre todo la de los linfomas no hodkinianos, aunque se desconocen cuales son las causas de este incremento. Sin embargo, también se encuentran entre los tumores con más opciones terapéuticas y, teniendo en cuenta su diversidad, entre los que más posibilidades de curación tienen actualmente.
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