La médula ósea es un tipo de tejido que se encuentra en el interior de los huesos largos, vértebras, costillas, esternón, huesos del cráneo, cintura escapular y pelvis.
En la médula ósea, están las células madre de la sangre, que se dividen en forma muy controlada para reponer los glóbulos rojos y blancos, y las plaquetas que se pierden cada día.
Por causas desconocidas una de esas células precursoras de los glóbulos blancos se equivoca o funciona mal y altera la estructura de dos cromosomas (9 y 22) pasando una parte del cromosoma 22 al 9 y viceversa formando un nuevo cromosoma llamado filadelfia, el resultado de esta lesión es un crecimiento incontrolado de glóbulos blancos que lleva, si no es controlado, a un aumento masivo de su concentración en sangre.
Así se gesta la Leucemia Mieloide Crónica (Cáncer de las células formadoras de sangre), una enfermedad que afecta de una a dos personas de cada 100 mil al año, no existen formas conocidas para prevenirla.
Es más habitual entre los adultos y los adultos jóvenes , menos frecuente en niños , también es conocida como Leucemia granulocítica crónica, LMC, CML, Leucemia crónica granulocítica.
La LMC tiene 3 fases y detectarla no es sencillo pues suele ser asintomática, en especial en su fase crónica, esa fase puede durar desde meses hasta algunos años. En el 95% de las personas el diagnostico se hace en la fase crónica, de los cuales una cuarta parte no tiene ningún síntoma.
La fase acelerada es una fase más delicada durante la cual las células de la leucemia crecen con mayor rapidez. La aceleración de la enfermedad puede estar asociada con fiebre (sin infección), dolor óseo y una inflamación del bazo
Sin tratamiento, la leucemia mielógena crónica progresa a una crisis hemoblástica, una etapa muy difícil de tratar y caracterizada por un conteo muy alto de glóbulos blancos inmaduros (células de la leucemia). Se puede presentar sangrado e infección debido a la insuficiencia de la médula ósea.
Síntomas:· Dolor óseo
· Fatiga
· Aumento de los glóbulos blancos
· Pérdida del apetito
· Sudoración excesiva
· Pérdida de peso
· Molestia en el costado izquierdo del abdomen debido al agrandamiento del bazo.
· Fiebre no vinculada a causas infecciosas
· Anemia
· Súbita aparición de pequeñas marcas rojas en la piel (petequias)
· Sangrado
Para diagnosticar la enfermedad, se debe examinar la sangre y la médula ósea.
· Cuadro hemático (mostrará un levado recuento de glóbulos blancos (leucocitosis) )
· Biopsia de medula ósea.
· Estudios citogenéticos de las células que permiten detectar la presencia del cromosoma Filadelfia
· Análisis molecular para detectar el gen BCR-ABL (defecto molecular que surge por la translocación del cromosoma Filadelfia)
Hasta hace una década la leucemia mieloide crónica conllevaba un pronóstico malo, los tratamientos disponibles en ese momento no eran efectivos y sólo posibilitaban una sobrevida no mayor a cuatro años.
Hoy, en día la perspectiva es esperanzadora existen tratamientos con nuevos fármacos inhibidores de la tirosina quinasa, que empezaron a usarse hace 10 años con la aparición del Imatinib y de los que ya están disponibles los de segunda generación, aún más efectivos que el primero , nilotinib y dasatinib
El rumbo de la enfermedad cambió, los pacientes lograron una respuesta sin precedentes, los nuevos fármacos no son una cura, sino una cronificación de la enfermedad permitiendo a los pacientes reanudar sus actividades cotidianas, sin embargo, deberán seguir con controles periódicos de su estado de salud, recuentos sanguíneos y análisis de médula ósea.
Un diagnóstico a tiempo puede salvar tu vida, consulta a tu médico si presentas algunos de los síntomas.
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